Noémie Aulombard, Elena Chamorro et Charlotte Puiseux
El presente artículo propone reflexionar sobre la relación entre normas y márgenes y, en particular, entre capacidad y discapacidad. Estas dos nociones mantienen entre sí una relación dialéctica. La teoría queer, poniendo de manifiesto que la norma nunca se define a sí misma directamente, permite renovar la perspectiva: la norma nunca se mira a sí misma, nunca habla de sí misma. Es a través de la definición que da de los márgenes como la norma aparece, en relieve. Lejos de oponerse, las nociones de margen y de norma se fundan una a otra.
Inscribiremos nuestra reflexión sobre la relación entre cuerpo válido y cuerpo con discapacidad en esta relación recursiva entre normas y márgenes. El imaginario capacitista opone irremediablemente capacidad y discapacidad, creando una visión binaria de los cuerpos. Inspirándose en el concepto queer de desidentificación, la teoría crip propone replantear la relación entre capacidad y discapacidad ya no en términos de oposición binaria sino de continuum. Uno de los objetivos de la deconstrucción de este binarismo es la emancipación de los individuxs.
¿ Cómo se constituye en fuerza emancipadora para los hombres y mujeres con discapacidad la deconstrucción del binarismo que opone cuerpo válido y cuerpo con discapacidad?¿De qué modo entra en juego el imaginario capacitista de los hombres y mujeres con discapacidad en la construcción de su narración íntima y de su conciencia de sí mismxs? ¿Qué relación mantiene este imaginario con la emancipación de las personas con discapacidad?
Para responder a estas preguntas, examinaremos en primer lugar la manera en que el imaginario capacitista instituye prácticas sociales de ordenación y jerarquización entre cuerpos válidos y cuerpos con discapacidad que llevan a perennizar una mirada binaria. Una vez revelado este binarismo, plantearemos la pertinencia de pensar la relación entre capacidad y discapacidad en términos de continuum, lo que nos llevará a deconstruir esa mirada binaria sobre los cuerpos con discapacidad. Tras exponer estas dos maneras de considerar la discapacidad y la capacidad, analizaremos las maneras en que los individuxs encaran las representaciones dominantes de sus cuerpos y elaboran la narración sobre sí mismos y las modalidades de su propia emancipación.
La mirada sobre los cuerpos está estructurada por un imaginario atravesado por las relaciones de poder. Hay una mirada dominante sobre los cuerpos y ésta está encerrada en maneras predefinidas de imaginarlos y percibirlos que se corresponden con otras tantas maneras hegemónicas de contar, mostrar y ver los cuerpos de dominadorxs y dominadxs. Propagándose al mundo social, los script corporales, esa ficciones forjadas por las lógicas de dominación, estructuran la mirada sobre los cuerpos, las prácticas corporales y las interacciones sociales.
Las lógicas de dominación capacitistas forjan un imaginario particular que fundamenta la mirada sobre el cuerpo con discapacidad. La ficciones hegemónicas del cuerpo con discapacidad definen la percepción sobre los hombres y mujeres con discapacidad, las prácticas y las interacciones sociales con ellxs. No obstante, el imaginario capacitista, dibujando los contornos de los cuerpos con discapacidad, esboza también en relieve los cuerpos sin ella, diciendo a la vez lo que son los cuerpos con discapacidad y lo que no deben ser los cuerpos válidos.
Aparece así una oposición muy marcada entre cuerpo válido y cuerpo con discapacidad. El imaginario capacitista no solo traza una frontera infranqueable entre los cuerpos válidos y los cuerpos con discapacidad sino que también los jerarquiza, mostrando el cuerpo válido como referencia de cuerpo. El cuerpo válido sería, por consiguiente, más legítimo que el cuerpo con discapacidad que, según el modelo médico, habría que curar, rehabilitar para hacer que corresponda a la referencia del cuerpo válido. Construyendo ficciones sobre el cuerpo válido y el cuerpo con discapacidad el imaginario capacitista produce efectos sobre los cuerpos reales.
Se puede considerar que las representaciones dominantes sobre el cuerpo con discapacidad configuran un cuerpo-repulsivo, una ficción hegemónica de cuerpo que prescribe lo que no deben ser los cuerpos. Del cuerpo con discapacidad, deslegitimado y deslegitimante, se habla de cierta manera, al cuerpo con discapacidad se le muestra de cierta manera en el espacio social y simbólico. Su narración se inscribe, por ejemplo, en un destino trágico y miserable[1]. Las diferentes narraciones del cuerpo con discapacidad como cuerpo repulsivo pueden considerarse como índices del encerramiento de la mirada dominante que no concibe otro relato posible, incluso otra existencia posible, fuera de los script corporales que la estructuran. Estos relatos deslegitiman asimismo al cuerpo con discapacidad y dicen, implícitamente, lo que los cuerpos válidos no deben ser, creando de este modo discursos narrativos sobre lo que son y sobre lo que deben ser un cuerpo válido y un cuerpo con discapacidad.
El imaginario capacitista, forjando representaciones totalizantes y esencializantes, opone estos cuerpos y contribuye a su ordenación, convirtiéndose de este modo en fuerza legitimadora de un cierto tipo de cuerpo y creando así un conjunto de prácticas e interacciones sociales que inferiorizan al cuerpo discapacitado y lo separan del cuerpo válido.
II . Deconstruir el binarismo
El concepto queer de desintificación resulta esclarecedor para deconstruir el binarismo que opone capacidad y discapacidad y que lleva a una separación irremediable entre, por un lado, las personas válidas y, por otro, las personas con discapacidad. Utilizado para deshacer el binarismo de género[2] , puede también recurrirse a él para concebir la destrucción de las identidades fijas de “persona con discapacidad” y “persona válida” proponiendo un continuum entre estos dos puntos.
Fijar estas dos identidades, « válido» y / «con discapacidad» equivale a pensarlas como dos entidades separadas y antinómicas. Así pues, una misma persona no puede ser a la vez válida y discapacitada, suponiendo esto ignorar toda consideración temporal que pudiera llevar a una persona a cambiar de estatuto y también ignorar a aquellxs cuya discapacidad no es permanente y a lxs que teniendo una discapacidad invisible pueden pasar de un estatuto otro a ojos del mundo exterior. Pensar la discapacidad y la capacidad en términos de desidentificación permite resituarlas en un continuum en el que las dos identidades pueden responderse mutuamente.
Lo crip permite, pues, reflexionar sobre la multiplicidad de discapacidades y sobre su articulación entre ellas en ese continuum que las conecta pero que también las diferencia.
Los dos polos del continuum estarían representados, por un lado, por una total capacidad, es decir por un cuerpo en total posesión de sus capacidades según las normas establecidas por la medicina y, por otro, por un estado vegetativo de un cuerpo casi sin vida, privado sobre todo de movimiento y de comunicación con el exterior y mantenido en vida por medio de asistencia técnica.
Todxs lxs indivivuxs tendrían así su lugar en ese continuum y tenderían más o menos hacia uno de los dos polos, alimentando éstos cada lugar del continuum.
Todo el mundo sería considerado como más o menos válido, como más o menos discapacitado y no tendría ya pertinencia separar a las personas con discapacidad de las válidas sino que habría más bien que reflexionar sobre las separaciones en el interior mismo de la categoría de persona con discapacidad. Esta separación tendría cierta efectividad en el sentido en que cada experiencia se sitúa de manera diferente en el continuum, (correspondiendo a realidades diferentes ), pero no se trataría de una separación como tal en la que los dos polos constituirían realidades autónomas.
Si pensamos la discapacidad como algo totalmente distinto de la capacidad y como algo que evoluciona de manera autónoma a partir de criterios que le son propios, y si pensamos la capacidad de igual modo, producimos una clasificación de lxs indivuduxs en categorías que no se corresponden con sus propias vivencias. Según la percepción social actual de la discapacidad y de la capacidad, la persona con discapacidad y la válida, deben corresponder a criterios que les son propios y que se excluyen mutuamente. Ahora bien, si nos planteamos la discapacidad en términos de diferencias sobre un continuum que se extendería desde la capacidad más perfecta hasta un estado calificado como vegetativo, podemos entender que discapacidad y capacidad pueden mezclarse y entender incluso que lo hacen continuamente de manera más o menos pronunciada. Lxs individuxs serían siempre más o menos válidxs y más o menos discapacitadsx, no excluyendo un criterio al otro, debiendo, al contrario, cohabitar ambos. No existiría así definición establecida a posteriori acerca de lo que deben ser una persona válida o una con discapacidad sino que cada una sería su propia definición de la capacidad y de la discapacidad.
Se crean así múltiples identidades, cada una con su propia cantidad de discapacidad y de capacidad, que pueden hacerse y deshacerse en un movimiento perpetuo. La discapacidad puede de este modo escapar a esa descripción estática de lo que significa o de lxs indivuduxs a los que designa y su construcción actual aparece como contingente a las normas que excluyen de la viabilidad, a las normas que presentan en el imaginario cultural a los cuerpos con discapacidad como incapaces. Son, en realidad, las concepciones capacitistas las que materializan los cuerpos como discapacitados y las que les dan existencia como tales.
III. Capacitismo y agencia
1/ Discapacidad y agencia butleriana
¿ Cómo se desenvuelven las personas con discapacidad en este entorno capacitista? Si retomamos la idea de Judith Butler [3], deben, antes que nada, integrar este ideal regulador que es la capacidad para apropiárselo y proponer un retorno perturbador. Así pues, en un primer tiempo, la persona con discapacidad, identificándose a las normas y códigos capacitistas, va a verse designada y a auto-representarse como tal pero esta definición va a servir también de base para una respuesta que la persona con discapacidad va a poder formular para destruir el contexto capacitista que la ha moldeado.
J. Butler desarrolla la noción de agencia, es decir el poder de actuar de lxs individuxs que pueden gracias a él transformar su entorno. Para la filósofa, el sujeto no existe desde un principio, tan solo aparece al ser nombrado, citado, llamado por alguien/ o algo exterior a él. Este alguien o este algo es una fuerza dominante que modela al sujeto en un espacio dado pero que le permite a este sujeto elaborar, a su vez, una conciencia de sí. En el caso del género, son precisamente la heteronormatividad y el patriarcado los causantes de la emergencia de la conciencia queer y los que crean a partir de ella la agencia, el poder de actuar de lxs individuxs. Este poder de actuar no es, por consiguiente, una característica originaria del sujeto sino que depende de un proceso de autonomización respecto de esa matriz dominante que moldea al sujeto; cuanto mayor es la conciencia de sí mismos que tienen lxs individuxs respecto a las fuerzas dominantes en las que evolucionan, mayor será el desarrollo de la agencia.
En el caso de las personas con discapacidad, es la noción de capacidad la que permite la emergencia de una conciencia de la discapacidad y la que les da la posibilidad de desarrollar un poder de oposición.
2/ La agencia butleriana en debate. Nuevas perspectivas.
No obstante, en la concepción butleriana de agencia, aparece implícito cierto binarismo que opone el trabajo emancipador a las lógicas de dominación: la capacidad de acción de lxs individuxs solo podría desarrollarse si toman conciencia de las lógicas de dominación. Ello plantea la siguiente cuestión : ¿se puede afirmar que los individuxs que no tienen conciencia de las lógicas de dominación son, por esa falta de conciencia, pasivos frente a ellas? ¿ Puede desarrollarse la agencia en un contexto de dominación?
Para poder superar la concepción butleriana de la agencia o capacidad para actuar, ésta tendrá que entenderse en el sentido en el que la entiende Saba Mahmood[4]. Las concepciones de ambas autoras coinciden en la idea de que el poder modela al sujeto y hace emerger la conciencia de sí. Sin embargo, la agencia butleriana se inscribe en un movimiento de oposición frontal a las normas mientras que, tal como la plantea S. Mahmood, el concepto no se limita a esta oposición sino que también reside en el hecho de habitar las normas. Así, una encuesta realizada a mujeres egipcias permite a la autora paquistanesa pensar la agencia con mayor amplitud, mostrando que estas mujeres basan su emancipación en la reafirmación de su religiosidad por medio de la organización de clases de religión. La emancipación, a partir de ahí, se presenta como la acomodación de lo íntimo con las normas que se le imponen y que lo constituyen.
Parece entonces interesante movilizar esta idea para considerar la cuestión de un cuerpo con discapacidad siempre en conflicto con el imaginario capacitista dominante. Las ficciones de los cuerpos influencian la relación de las personas con discapacidad con su propio cuerpo y consigo mismas. Ello permite plantear de qué manera, a partir de un script corporal que se le impone, un hombre o una mujer con discapacidad se hace el relato de su propio cuerpo y permite asimismo considerar las posibilidades que se les ofrecen para traducirlo en el lenguaje dominante.
A través de esta breve explicación del capacitismo, podemos entender cómo los cuerpos con discapacidad son socialmente moldeados como tales, haciendo impermable la frontera entre cuerpos válidos y cuerpos discapacitados que aparece así naturalizada en el imaginario capacitista. Construidos por normas que los excluyen de lo que deben ser cuerpos “correctos”, los cuerpos con discapacidad son moldeados por script corporales que corresponden a lógicas capacitistas.
Frente a esto, surge la necesidad de deconstruir el binarismo que opone capacidad y discapacidad y de proponer una manera de reconsiderar su aparentemente infranqueable antinomia. El concepto queer de desidentificación puede ser una herramienta interesante para plantear un continuum en el que capacidad y discapacidad entrarían en diálogo y en perpetuo movimiento. Lo crip permite la porosidad de la frontera entre capacidad y discapacidad.
En esta deconstrucción operada por las personas con discapacidad, se plantea la cuestión de las condiciones de su poder de actuar y más particularmente del modo en que estas personas pueden generar un retorno perturbador en el entorno capacitista. Si Judith Butler considera que lxs indivuduxs solo pueden emanciparse oponiéndose frotalmente a las lógicas de dominación con las que evolucionan, otrxs pensadorxs como Saba Mahmood proponen reconsiderar la relación con las normas habitándolas en mayor medida con el objetivo de reinventarlas para ajustarlas a la propia imagen. De este modo, las personas con discapacidad, pueden encontrar posibilidades para reinventar las ficciones capacitistas que se les imponen y mostrar una nueva versión cuyo contenido ellas mismas definen.
[1] En las producciones cinematográficas, esta narración del cuerpo con discapacidad es recurrente. En la película Intocable, la discapacidad de Philippe parece condenarlo a una existencia solitaria y aislarlo. En Yo antes de ti, el personaje con discapacidad se suicida al final de la intriga.
[2] Véase ; PRECIADO (P.), « Lettre d’un homme trans à l’ancien régime sexuel » ( Carta de un hombre trans al antiguo régimen sexual). Tribuna de Libération, 15 de enro de 2018.
[3] Veáse : BUTLER (J.), El género en disputa, Barcelona, Paidós, 1990.
[4] Veáse : MAHMOOD (S), Politics of Piety: The Islamic Revival and the Feminist Subject ( Políticas de la piedad y la cuestión islámica), London, Princeton University Press, 2011.
El presente artículo propone reflexionar sobre la relación entre normas y márgenes y, en particular, entre capacidad y discapacidad. Estas dos nociones mantienen entre sí una relación dialéctica. La teoría queer, poniendo de manifiesto que la norma nunca se define a sí misma directamente, permite renovar la perspectiva: la norma nunca se mira a sí misma, nunca habla de sí misma. Es a través de la definición que da de los márgenes como la norma aparece, en relieve. Lejos de oponerse, las nociones de margen y de norma se fundan una a otra.
Inscribiremos nuestra reflexión sobre la relación entre cuerpo válido y cuerpo con discapacidad en esta relación recursiva entre normas y márgenes. El imaginario capacitista opone irremediablemente capacidad y discapacidad, creando una visión binaria de los cuerpos. Inspirándose en el concepto queer de desidentificación, la teoría crip propone replantear la relación entre capacidad y discapacidad ya no en términos de oposición binaria sino de continuum. Uno de los objetivos de la deconstrucción de este binarismo es la emancipación de los individuxs.
¿ Cómo se constituye en fuerza emancipadora para los hombres y mujeres con discapacidad la deconstrucción del binarismo que opone cuerpo válido y cuerpo con discapacidad?¿De qué modo entra en juego el imaginario capacitista de los hombres y mujeres con discapacidad en la construcción de su narración íntima y de su conciencia de sí mismxs? ¿Qué relación mantiene este imaginario con la emancipación de las personas con discapacidad?
Para responder a estas preguntas, examinaremos en primer lugar la manera en que el imaginario capacitista instituye prácticas sociales de ordenación y jerarquización entre cuerpos válidos y cuerpos con discapacidad que llevan a perennizar una mirada binaria. Una vez revelado este binarismo, plantearemos la pertinencia de pensar la relación entre capacidad y discapacidad en términos de continuum, lo que nos llevará a deconstruir esa mirada binaria sobre los cuerpos con discapacidad. Tras exponer estas dos maneras de considerar la discapacidad y la capacidad, analizaremos las maneras en que los individuxs encaran las representaciones dominantes de sus cuerpos y elaboran la narración sobre sí mismos y las modalidades de su propia emancipación.
- Cuerpos con discapacidad e imaginario capacitista
La mirada sobre los cuerpos está estructurada por un imaginario atravesado por las relaciones de poder. Hay una mirada dominante sobre los cuerpos y ésta está encerrada en maneras predefinidas de imaginarlos y percibirlos que se corresponden con otras tantas maneras hegemónicas de contar, mostrar y ver los cuerpos de dominadorxs y dominadxs. Propagándose al mundo social, los script corporales, esa ficciones forjadas por las lógicas de dominación, estructuran la mirada sobre los cuerpos, las prácticas corporales y las interacciones sociales.
Las lógicas de dominación capacitistas forjan un imaginario particular que fundamenta la mirada sobre el cuerpo con discapacidad. La ficciones hegemónicas del cuerpo con discapacidad definen la percepción sobre los hombres y mujeres con discapacidad, las prácticas y las interacciones sociales con ellxs. No obstante, el imaginario capacitista, dibujando los contornos de los cuerpos con discapacidad, esboza también en relieve los cuerpos sin ella, diciendo a la vez lo que son los cuerpos con discapacidad y lo que no deben ser los cuerpos válidos.
Aparece así una oposición muy marcada entre cuerpo válido y cuerpo con discapacidad. El imaginario capacitista no solo traza una frontera infranqueable entre los cuerpos válidos y los cuerpos con discapacidad sino que también los jerarquiza, mostrando el cuerpo válido como referencia de cuerpo. El cuerpo válido sería, por consiguiente, más legítimo que el cuerpo con discapacidad que, según el modelo médico, habría que curar, rehabilitar para hacer que corresponda a la referencia del cuerpo válido. Construyendo ficciones sobre el cuerpo válido y el cuerpo con discapacidad el imaginario capacitista produce efectos sobre los cuerpos reales.
Se puede considerar que las representaciones dominantes sobre el cuerpo con discapacidad configuran un cuerpo-repulsivo, una ficción hegemónica de cuerpo que prescribe lo que no deben ser los cuerpos. Del cuerpo con discapacidad, deslegitimado y deslegitimante, se habla de cierta manera, al cuerpo con discapacidad se le muestra de cierta manera en el espacio social y simbólico. Su narración se inscribe, por ejemplo, en un destino trágico y miserable[1]. Las diferentes narraciones del cuerpo con discapacidad como cuerpo repulsivo pueden considerarse como índices del encerramiento de la mirada dominante que no concibe otro relato posible, incluso otra existencia posible, fuera de los script corporales que la estructuran. Estos relatos deslegitiman asimismo al cuerpo con discapacidad y dicen, implícitamente, lo que los cuerpos válidos no deben ser, creando de este modo discursos narrativos sobre lo que son y sobre lo que deben ser un cuerpo válido y un cuerpo con discapacidad.
El imaginario capacitista, forjando representaciones totalizantes y esencializantes, opone estos cuerpos y contribuye a su ordenación, convirtiéndose de este modo en fuerza legitimadora de un cierto tipo de cuerpo y creando así un conjunto de prácticas e interacciones sociales que inferiorizan al cuerpo discapacitado y lo separan del cuerpo válido.
II . Deconstruir el binarismo
El concepto queer de desintificación resulta esclarecedor para deconstruir el binarismo que opone capacidad y discapacidad y que lleva a una separación irremediable entre, por un lado, las personas válidas y, por otro, las personas con discapacidad. Utilizado para deshacer el binarismo de género[2] , puede también recurrirse a él para concebir la destrucción de las identidades fijas de “persona con discapacidad” y “persona válida” proponiendo un continuum entre estos dos puntos.
Fijar estas dos identidades, « válido» y / «con discapacidad» equivale a pensarlas como dos entidades separadas y antinómicas. Así pues, una misma persona no puede ser a la vez válida y discapacitada, suponiendo esto ignorar toda consideración temporal que pudiera llevar a una persona a cambiar de estatuto y también ignorar a aquellxs cuya discapacidad no es permanente y a lxs que teniendo una discapacidad invisible pueden pasar de un estatuto otro a ojos del mundo exterior. Pensar la discapacidad y la capacidad en términos de desidentificación permite resituarlas en un continuum en el que las dos identidades pueden responderse mutuamente.
Lo crip permite, pues, reflexionar sobre la multiplicidad de discapacidades y sobre su articulación entre ellas en ese continuum que las conecta pero que también las diferencia.
Los dos polos del continuum estarían representados, por un lado, por una total capacidad, es decir por un cuerpo en total posesión de sus capacidades según las normas establecidas por la medicina y, por otro, por un estado vegetativo de un cuerpo casi sin vida, privado sobre todo de movimiento y de comunicación con el exterior y mantenido en vida por medio de asistencia técnica.
Todxs lxs indivivuxs tendrían así su lugar en ese continuum y tenderían más o menos hacia uno de los dos polos, alimentando éstos cada lugar del continuum.
Todo el mundo sería considerado como más o menos válido, como más o menos discapacitado y no tendría ya pertinencia separar a las personas con discapacidad de las válidas sino que habría más bien que reflexionar sobre las separaciones en el interior mismo de la categoría de persona con discapacidad. Esta separación tendría cierta efectividad en el sentido en que cada experiencia se sitúa de manera diferente en el continuum, (correspondiendo a realidades diferentes ), pero no se trataría de una separación como tal en la que los dos polos constituirían realidades autónomas.
Si pensamos la discapacidad como algo totalmente distinto de la capacidad y como algo que evoluciona de manera autónoma a partir de criterios que le son propios, y si pensamos la capacidad de igual modo, producimos una clasificación de lxs indivuduxs en categorías que no se corresponden con sus propias vivencias. Según la percepción social actual de la discapacidad y de la capacidad, la persona con discapacidad y la válida, deben corresponder a criterios que les son propios y que se excluyen mutuamente. Ahora bien, si nos planteamos la discapacidad en términos de diferencias sobre un continuum que se extendería desde la capacidad más perfecta hasta un estado calificado como vegetativo, podemos entender que discapacidad y capacidad pueden mezclarse y entender incluso que lo hacen continuamente de manera más o menos pronunciada. Lxs individuxs serían siempre más o menos válidxs y más o menos discapacitadsx, no excluyendo un criterio al otro, debiendo, al contrario, cohabitar ambos. No existiría así definición establecida a posteriori acerca de lo que deben ser una persona válida o una con discapacidad sino que cada una sería su propia definición de la capacidad y de la discapacidad.
Se crean así múltiples identidades, cada una con su propia cantidad de discapacidad y de capacidad, que pueden hacerse y deshacerse en un movimiento perpetuo. La discapacidad puede de este modo escapar a esa descripción estática de lo que significa o de lxs indivuduxs a los que designa y su construcción actual aparece como contingente a las normas que excluyen de la viabilidad, a las normas que presentan en el imaginario cultural a los cuerpos con discapacidad como incapaces. Son, en realidad, las concepciones capacitistas las que materializan los cuerpos como discapacitados y las que les dan existencia como tales.
III. Capacitismo y agencia
1/ Discapacidad y agencia butleriana
¿ Cómo se desenvuelven las personas con discapacidad en este entorno capacitista? Si retomamos la idea de Judith Butler [3], deben, antes que nada, integrar este ideal regulador que es la capacidad para apropiárselo y proponer un retorno perturbador. Así pues, en un primer tiempo, la persona con discapacidad, identificándose a las normas y códigos capacitistas, va a verse designada y a auto-representarse como tal pero esta definición va a servir también de base para una respuesta que la persona con discapacidad va a poder formular para destruir el contexto capacitista que la ha moldeado.
J. Butler desarrolla la noción de agencia, es decir el poder de actuar de lxs individuxs que pueden gracias a él transformar su entorno. Para la filósofa, el sujeto no existe desde un principio, tan solo aparece al ser nombrado, citado, llamado por alguien/ o algo exterior a él. Este alguien o este algo es una fuerza dominante que modela al sujeto en un espacio dado pero que le permite a este sujeto elaborar, a su vez, una conciencia de sí. En el caso del género, son precisamente la heteronormatividad y el patriarcado los causantes de la emergencia de la conciencia queer y los que crean a partir de ella la agencia, el poder de actuar de lxs individuxs. Este poder de actuar no es, por consiguiente, una característica originaria del sujeto sino que depende de un proceso de autonomización respecto de esa matriz dominante que moldea al sujeto; cuanto mayor es la conciencia de sí mismos que tienen lxs individuxs respecto a las fuerzas dominantes en las que evolucionan, mayor será el desarrollo de la agencia.
En el caso de las personas con discapacidad, es la noción de capacidad la que permite la emergencia de una conciencia de la discapacidad y la que les da la posibilidad de desarrollar un poder de oposición.
2/ La agencia butleriana en debate. Nuevas perspectivas.
No obstante, en la concepción butleriana de agencia, aparece implícito cierto binarismo que opone el trabajo emancipador a las lógicas de dominación: la capacidad de acción de lxs individuxs solo podría desarrollarse si toman conciencia de las lógicas de dominación. Ello plantea la siguiente cuestión : ¿se puede afirmar que los individuxs que no tienen conciencia de las lógicas de dominación son, por esa falta de conciencia, pasivos frente a ellas? ¿ Puede desarrollarse la agencia en un contexto de dominación?
Para poder superar la concepción butleriana de la agencia o capacidad para actuar, ésta tendrá que entenderse en el sentido en el que la entiende Saba Mahmood[4]. Las concepciones de ambas autoras coinciden en la idea de que el poder modela al sujeto y hace emerger la conciencia de sí. Sin embargo, la agencia butleriana se inscribe en un movimiento de oposición frontal a las normas mientras que, tal como la plantea S. Mahmood, el concepto no se limita a esta oposición sino que también reside en el hecho de habitar las normas. Así, una encuesta realizada a mujeres egipcias permite a la autora paquistanesa pensar la agencia con mayor amplitud, mostrando que estas mujeres basan su emancipación en la reafirmación de su religiosidad por medio de la organización de clases de religión. La emancipación, a partir de ahí, se presenta como la acomodación de lo íntimo con las normas que se le imponen y que lo constituyen.
Parece entonces interesante movilizar esta idea para considerar la cuestión de un cuerpo con discapacidad siempre en conflicto con el imaginario capacitista dominante. Las ficciones de los cuerpos influencian la relación de las personas con discapacidad con su propio cuerpo y consigo mismas. Ello permite plantear de qué manera, a partir de un script corporal que se le impone, un hombre o una mujer con discapacidad se hace el relato de su propio cuerpo y permite asimismo considerar las posibilidades que se les ofrecen para traducirlo en el lenguaje dominante.
A través de esta breve explicación del capacitismo, podemos entender cómo los cuerpos con discapacidad son socialmente moldeados como tales, haciendo impermable la frontera entre cuerpos válidos y cuerpos discapacitados que aparece así naturalizada en el imaginario capacitista. Construidos por normas que los excluyen de lo que deben ser cuerpos “correctos”, los cuerpos con discapacidad son moldeados por script corporales que corresponden a lógicas capacitistas.
Frente a esto, surge la necesidad de deconstruir el binarismo que opone capacidad y discapacidad y de proponer una manera de reconsiderar su aparentemente infranqueable antinomia. El concepto queer de desidentificación puede ser una herramienta interesante para plantear un continuum en el que capacidad y discapacidad entrarían en diálogo y en perpetuo movimiento. Lo crip permite la porosidad de la frontera entre capacidad y discapacidad.
En esta deconstrucción operada por las personas con discapacidad, se plantea la cuestión de las condiciones de su poder de actuar y más particularmente del modo en que estas personas pueden generar un retorno perturbador en el entorno capacitista. Si Judith Butler considera que lxs indivuduxs solo pueden emanciparse oponiéndose frotalmente a las lógicas de dominación con las que evolucionan, otrxs pensadorxs como Saba Mahmood proponen reconsiderar la relación con las normas habitándolas en mayor medida con el objetivo de reinventarlas para ajustarlas a la propia imagen. De este modo, las personas con discapacidad, pueden encontrar posibilidades para reinventar las ficciones capacitistas que se les imponen y mostrar una nueva versión cuyo contenido ellas mismas definen.
[1] En las producciones cinematográficas, esta narración del cuerpo con discapacidad es recurrente. En la película Intocable, la discapacidad de Philippe parece condenarlo a una existencia solitaria y aislarlo. En Yo antes de ti, el personaje con discapacidad se suicida al final de la intriga.
[2] Véase ; PRECIADO (P.), « Lettre d’un homme trans à l’ancien régime sexuel » ( Carta de un hombre trans al antiguo régimen sexual). Tribuna de Libération, 15 de enro de 2018.
[3] Veáse : BUTLER (J.), El género en disputa, Barcelona, Paidós, 1990.
[4] Veáse : MAHMOOD (S), Politics of Piety: The Islamic Revival and the Feminist Subject ( Políticas de la piedad y la cuestión islámica), London, Princeton University Press, 2011.